lunes, 25 de enero de 2010

Trenodia #1

Siente a las estrellas sobre ti y déjales llevarte en su travesía de gran jubilo: hipócrita y cínico.

Es Fehaciente su forma de tratarte, tan inexistentemente normal y desastrosa es su verdad luego del amainar de las luces.

Al final de los cantares del arco iris, estoy yo controlando tu lujuria y defendiéndola  de quién la desee.

Arriesgándose a ser descubierta por su dueña, que ampara sin saber. Será el día perdido de una sonrisa eterna.

Valioso aquél que persiste con lo que tiene. Quien piensa solo en lo que pronto obtendrá, seguirá como un ciego, sordo: imbécil.

Sin tomar en cuenta las señales de las estrellas como si no estuvieran sobre él y el sereno, con su diztractor crescendo, canta al sordo cielo.

Sin ser escuchado, frustrado, por más que el humano ignaro, andante por los escalones de piedra y mármol.

Incluso menos os queda, vetustas, para comprar esa nueva alma, pura y fría; Me borré de mí para saber el aroma y ver tu canción en colores.

Desde la nube, y el espectáculo de luces de la ambulancia perdida y la bomba muerta, marcando terreno.

Y la noche eterna y espía a los huéspedes.

Lloverá un millón de años y lo verás sentada en tu trono infernal.

¿Sabías que las muchachas malas van al infierno lunar y a vivir en el polvo

y concreto, sin ventanas, ni horarios destinadas quedarán?

No queda más que llueva sobre tu cabeza y refresque tus ideas para el súbdito pensador y siga tu andar hacia su fiel destino.

Y será proclamado.

No decir que sí a la propuesta más antigua, ¿ahora estás despierta?

Siendo que la realidad transforma y nacen nuevas alas para esos dos mil días de viaje; dos voces en un respiro gritarán.

Tu sabrás que lo haces, pero la segunda ¿donde está?

Fieles al centro de la mente obsesiva, circulan las aguas de abril y en Junio tu palabra se prepara, las mías no están

En Septiembre siembra las de ellos rápido como el rayo que asusta y no acaricia.

Como el fantasma que asusta, encariña, pero no besa, más boca para eso no tienen en su punto de tantas bocazas blasfemas.

Y amar no es digno de saber que daño puede hacer cubrirte de ustedes.


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