lunes, 25 de marzo de 2013

La diferencia entre Oír y Escuchar

Siempre hay algo detrás de lo que oímos.
Espectrograma de "Look", del álbum Songs About my Cats de la banda Venetian Snares

Dentro del tiempo que llevo como estudiante me he preocupado de fomentar, personalmente, una gran cantidad de contenidos literarios y musicales a fin de introducirme al mundo de estas artes y su expresión, pero me he visto bajo diferentes problemas que me han obligado a estancar avances muchas veces y a buscar alternativas. Sin encontrar respuesta acertada a la mayor de mis complicaciones, decidí que podría ser interesante y a la vez beneficiosa la idea de crear una relación entre lo que se dice y lo que la gente entiende de esto, basándome en la música, la poesía, la literatura y la percepción artística, y así lograr unificar la comprensión de audiencias pequeñas sobre temas específicos relacionados a esta.

A menudo nos encontramos enfrentando una gran cantidad de interrogantes de todo tipo, en especial aquellas que no han sido resueltas, el gran porqué de las cosas, por ejemplo, o que son familiares con el ocio de divagar, como el incógnito nombre del aroma de la tierra húmeda después de un día de lluvia o el nombre de esa canción que escuché por la calle y ahora tengo dando vueltas en la cabeza. Esto corresponde a gran parte de nuestra vida diaria y a cómo desplegamos nuestros sentidos, pero la atención que ponemos en ello, hacia dónde la dirigimos y cómo lo hacemos es lo que verdaderamente importa cuando tratamos de sentir y entender lo que nos dice nuestro entorno, igualmente como cuando nos tratamos de dar a entender; básicamente todo tiene distinto significado dependiendo del punto de vista con el que se lo analice.

Nuestra habilidad para percibir cosas se basa principalmente en el estado de nuestros órganos sensoriales; mientras mejor sea su estado, mejores son nuestros sentidos, pero este no es el único factor. Es natural que debamos poner en práctica la mezcla de algunos sentidos para mejorar nuestra comprensión de forma general y así entender lo que nos rodea cada día y, gracias a esto, ser capaces de entender el sentido y el trasfondo de lo que escuchamos en general, ya sea en una conversación casual, en una reunión, en un concierto y en cualquier caso. Más allá de esto, depende de nuestra predisposición por adquirir esta información y comprenderla. Podemos dejar a un sordo escuchando música, a un ciego viéndola y a un mudo cantando porque creemos y estamos demasiado acostumbrados a pensar que un sordo no oye, que un ciego no ve y que un mudo no habla, no se comunica como la mayoría de las personas, ergo, no se expresa, y eso está mal. Debemos aprender que el sonido no es lo que se escucha, ya que se puede sentir: son vibraciones, movimientos e imágenes. Es expresión.

“La música es realmente una medicina diaria”.
Dama Evelyn Elizabeth Ann Glennie

Sentimos sus resultados y entendemos las historias que nos relata sin incluir una sola palabra, más allá del nombre de la pieza que escuchamos, pero ¿qué ocurre cuando escuchamos una pieza musical de tonos alegres y vivos como Promenade? ¿O cuando escuchamos una pieza suspensiva y triste como Luz de luna? Estamos acostumbrados a ver las cosas por encima y a oír la parte externa de la música, y también el sonido que decimos apreciar, creyendo que sabemos qué es lo que suena, asegurando que oímos todo, mas no es así. Escuchar música, o mejor dicho, oír la música consiste en saber interpretar lo que suena asociándolo a todos nuestros sentidos y nuestro cuerpo, poniendo especial atención a toda respuesta que podamos ofrecer. Lo mismo ha de considerarse cuando se presta atención a una persona en toda circunstancia, por ejemplo, la entonación de sus palabras, sus movimientos y su expresión facial. Otro ejemplo de esto se puede asociar al sonido de la lluvia que algunas personas disfrutan tanto, y si bien lo hacen, otros se ven bajo una gran dificultad al tratar de comprender lo que ellos mismos sienten porque su mente se obstruye y divaga bajo la tristeza. Cuando vemos lluvia caer pensamos en su sonido y lo que este nos provoca y viceversa, es decir, estamos escuchando la lluvia solo con verla, como también podemos verla dentro de nuestra imaginación con solo escucharla, y ocurre lo mismo cuando vemos a un flautista, practicando la digitación en su flauta: digita sus notas sin soplar aire a través; probablemente solo escuchamos el sonido de los botones de la flauta al tapar sus chimeneas, pero al momento de verlo, no escuchamos nada porque, la verdad, no está tocando, pero creemos que lo hace y, desapercibidamente, imaginamos su sonido, cada persona desde una perspectiva diferente.

Si nos posicionamos más particularmente dentro de lo desordenado que puede parecer este tema, es sumamente necesario considerar que no todo está destinado a cualquier clase de audiencia, pues reconocemos factores específicos que detallan y simplifican nuestra posición como emisores y receptores; podemos usar terminología avanzada siempre y cuando el público la maneje y comprenda, sino todo lo que digamos puede tender y contribuir al caos de una charla trunca y, probablemente, mal organizada. Entonces la interpretación auditiva va más allá de la audición, pues involucra catarsis, sinestesia y sentimientos propios, siendo su significando diferente para quién escuche.

El músico, al mirar una partitura, lee música de la misma forma que cualquier persona lee un libro. Ambos saben que lo que ven ahí tiene un significado y una sonoridad en particular, pero a diferencia de un libro, las partituras dicen cómo se debe interpretar lo que ahí sale escrito, con qué fuerza ejecutar la nota, cuánto debe durar, cuantas veces hay que repetirla, qué parte del instrumento usar, etc. En un libro conseguimos que salga lo que el escritor quiso que saliera, pero la entonación, la identidad de las frases, la carga emocional y todo lo demás, depende de nosotros. Somos nosotros, los lectores y los oyentes los que damos la identidad a lo que decimos y escuchamos, dentro de la relativa capacidad de comprender, y esta es la importancia que nos brinda conocer la diferencia entre oír y escuchar: mejorar el entendimiento.